«Cómo echaba de menos esto».
La frase que escribió Carlos Alcaraz nada más terminar el partido resumió la tarde vivida en el Estadio Manolo Santana. Para colocarse entre los ocho más fuertes del Mutua Madrid Open, el español tuvo que desbordar este martes el juego de Jan-Lennard Struff, reeditando la final disputada en la última edición del torneo. En una jornada repleta de sol, el murciano atravesó el partido más exigente del torneo, confirmando la dificultad ascendente que afrontará en la capital española. Por encima del resultado, el vigente campeón recibió un mensaje claro: como hombre a batir habrá muchos perfiles dispuestos a derrotarlo.
El No. 3 mundial tuvo que sobrevivir en un duelo no apto para cardíacos, batiendo al alemán por 6-3, 6-7(5), 7-6(5) tras dos horas y 52 minutos de juego. Ante un rival de golpes directos, Alcaraz puso a prueba el manejo de su derecha, un golpe todavía atemperado por la lesión muscular que apareció en Montecarlo. Si la prioridad era soltar el brazo sin hacerse daño, Alcaraz superó el examen en un duelo de vértigo, apretando en los momentos precisos para llegar al objetivo.
“Ha sido increíble poder jugar a este nivel durante 3 horas después de un mes sin competición», explicó el español. «Ha sido difícil de gestionar emociones durante el partido. La tensión desde que entré a la pista hasta el último punto no se me ha ido. Eso ha causado los altibajos del segundo y tercer set, pero esto es el tenis. Hay que lidiar con estas cosas. Físicamente, al final estaba un poco bajo y él estaba en su mejor momento. Estoy super contento de haber gestionado las emociones al final del partido, terminar con un buen nivel y tener otra oportunidad en la siguiente ronda».
Tras sortear con margen los dos primeros partidos en la Caja Mágica, Alcaraz necesitó elevar un nivel su capacidad de sufrimiento. El español pasó de tener el domino (6-3, 2-0) a verse en un choque totalmente abierto, resistiendo en tres disputadas mangas al empuje de su rival. En su primer torneo sobre arcilla europea de la temporada, ese fue el valor del partido para el prodigio español: volver a sostener sobre sus hombros la presión de un marcador igualado.
Ningún capítulo tuvo tanta tensión como el tramo final del encuentro. Tras perder el desempate de la segunda manga, Alcaraz tuvo que aceptar una cadena de situaciones complicadas. El español, que nunca había vivido un desenlace tan ajustado en la Caja Mágica, dejó escapar una ventaja de 4-1 y vio saltar por los aires cuatro pelotas de partido con su servicio. Un vía crucis que asumió para atrapar el partido en el muerte súbita definitiva.
En un choque que rozó las tres horas, la satisfacción del murciano estuvo en el estado de su antebrazo derecho, que sobrevivió al mayor esfuerzo de la semana en la Caja Mágica.
“Hay momentos en lo que inconscientemente uno aprieta la derecha y en algunos momentos pueden llegar dudas. Pero en general está bien. Trato de no pensar en ello y concentrarme en el partido. Quizá en mi equipo haya habido algún ataque de pánico por algunos estiramientos que hice, pero haber podido jugar tres horas a este nivel de exigencia es algo positivo».
El partido tuvo un aroma completamente distinto al disputado en 2023. Un año atrás, aprovechando al máximo una segunda oportunidad, Struff retorció la lógica en la Caja Mágica, convirtiéndose en el primer lucky loser capaz de alcanzar la final en un torneo ATP Masters 1000. Como rescatado de la fase previa, y cumpliendo un papel totalmente inesperado, llegó a quedarse a tres juegos de la copa. En esta ocasión, convertido en uno de los 25 mejores jugadores del mundo, el aplomo del alemán tuvo un peso diferente.
Sus golpes fueron una prueba de dureza para Alcaraz, enfrentado a un jugador impulsado por la confianza. Semanas atrás, sobre la arcilla de Múnich, Jan-Lennard escribió una historia de perseverancia levantando el primer trofeo de su carrera a los 34 años, una edad más próxima al retiro que a la cumbre de las carreras. Con ese impulso en la mochila, su velocidad de pelota testó al murciano camino de las rondas decisivas. El partido fue una colección de servicios duros y cargas sobre la red, obligando al vigente campeón a pulir sus reflejos en cada peloteo.
Ahora, el camino de Alcaraz entra ya en un terreno de duelos directos, con los mejores del vestuario esperando al otro lado de la red. El murciano disputará los cuartos de final del Mutua Madrid Open ante el No. 8 mundial Andrey Rublev, un jugador al que no conoce sobre polvo de ladrillo.