La ciudad de Madrid es un punto clave en el calendario del tenis profesional. Una afirmación cierta a todas luces en 2023 debe su razón de ser a la figura de Manolo Santana, pionero del tenis en España e impulsor del mayor torneo celebrado nunca en el país. Desde su llegada a la capital en la temporada 2002, el evento se ha convertido en sinónimo de competición al máximo nivel mundial, brindando a La Armada la posibilidad de vivir una gran fiesta cada temporada.
Respetado en los mayores templos del circuito, Santana supo aprovechar su relevancia internacional para ser el rostro visible del torneo desde su nacimiento. Siempre con una palabra amable, cariñoso con cualquiera que se acercara al torneo, abrió las puertas de algo que parecía imposible: traer, mantener y consolidar su ciudad natal en el epicentro del tenis mundial.
2002: el desembarco
A principios de siglo, el tenis español permanecía aferrado a unos brotes esperanzadores. Una nación mecida por pioneros con raquetas de madera e imágenes en blanco y negro daba pasos hacia una potente modernidad. La llegada del primer No. 1 mundial en la figura de Carlos Moyà (1999) o la conquista de la primera Copa Davis (2000) colocaron a este deporte con fuerza en la mente de los aficionados. En ese momento, la ciudad de Madrid se adjudicó la licencia entonces en poder de Stuttgart para traer el torneo a la capital y estrenarse como uno de los torneos Masters Series. Santana ejerció de figura fundamental en el movimiento.
Cita anual de prestigio
Convertir Madrid en una fiesta de tenis fue el objetivo desde el comienzo. Situado en la temporada de pista cubierta, disputado sobre superficie dura y celebrado en el Rockódromo de la Casa de Campo, el torneo brindaba la oportunidad de reunir a los mejores jugadores del mundo. Algo habitual en el presente pero toda una revolución allá por 2002. Campeones como Andre Agassi, Juan Carlos Ferrero, Marat Safin, Rafael Nadal o Roger Federer dieron buena cuenta del calibre que representaba el torneo. Los más fuertes habían llegado y Madrid era el telón de fondo.
Campeones y campeonas
Con cerca de una década de vida, el torneo dio un paso vital para su consolidación como pilar del calendario. Madrid incorporó la competición femenina en 2009, enarbolando la bandera del progreso dando ejemplo sobre las pistas y multiplicando el peso del evento dentro del deporte. La presencia de las mejores raquetas WTA en la capital de España condujo al torneo a un impacto global nunca antes visto, confirmando su madurez en la estructura del circuito profesional. Los torneos mixtos quedan reservados a citas muy selectas como los cuatro Grand Slam, subrayando así el prestigio alcanzado por un torneo con menos de 10 años de recorrido.
Más arcilla, por favor
La temporada 2009 también conllevó una reforma general. El torneo se trasladó a la Caja Mágica y comenzó a celebrarse sobre tierra batida, tomando el lugar que había ocupado Hamburgo desde los años 70, para ocupar en mayo una posición fija en el corazón de la temporada. En el camino hacia Roland Garros, tradicionalmente el evento más apreciado por La Armada, Madrid se convertía en un punto de interés central a la llegada de la primavera. En un país de gran tradición en la superficie, la transición al polvo de ladrillo supuso un espaldarazo imponente para los intereses de los jugadores locales, situados ante la oportunidad de dar una alegría a los suyos sobre su tarima más querida.
La Caja Mágica como hogar
Para acoger un evento de primera línea mundial eran necesarias unas instalaciones de vanguardia. Mientras Madrid pujaba con fuerza para organizar los Juegos Olímpicos, con candidaturas presentadas para 2012 y 2016, a orillas del Manzanares se erigió un majestuoso complejo deportivo. Con tres estadios con techo retráctil, encabezados por el fabuloso Estadio Manolo Santana con capacidad para 12.500 butacas, flanqueado por el Estadio Arantxa Sánchez Vicario (3.500 asientos) y el Estadio 3 (2.500 espectadores), Madrid colocaba en el circuito una sede vanguardista, capaz de completar todas las ediciones sin el mayor retraso por lluvias.
Azul como el cielo
Si en algo ha destacado el evento ha sido en su voluntad por innovar y convertir un deporte tradicional en una ventana hacia valientes novedades. En 2012, la llegada momentánea de la tierra batida azul supuso un golpe de creatividad en el circuito, rompiendo los esquemas de la clásica arcilla roja y generando una auténtica revolución para las retransmisiones televisivas. Una mejor percepción de la pelota en contraste con la superficie convirtió a Madrid en el centro de atención mundial en una edición que supo dominar como ninguno el gran talento para la adaptación de Federer, el único jugador capaz de ganar el torneo en los tres terrenos (pista cubierta, arcilla roja y tierra batida azul).
Director Feliciano
Durante sus 20 años, Madrid ha querido representar el mimo y la constancia. En la temporada 2019, Feliciano López tomó el relevo de Manolo Santana como director del torneo. En el año en que la leyenda cumplía 80 años, su gran legado había cumplido uno de los principales objetivos soñados desde su instauración en 2002, tener un evento a la altura del tenis español. Desde ese momento, y pasando Santana a cumplir el rol de presidente de honor, las funciones quedaban sobre los hombros de López, con su carrera todavía en activo y siendo uno de los hombres con mayor experiencia en el circuito.
La figura de Santana siempre quedará unida a la ciudad de Madrid, a los valores de su deporte y, por supuesto, a la grandeza que el tenis ha alcanzado siguiendo su estela. En cada vítore de la grada, en cada golpe ganador sobre la pista y en cada huella marcada en la arcilla, siempre, resuena el recuerdo de Manolo. Alguien que vistió como pocos el traje de pionero: derribando barreras y convirtiendo en realidad lo que, todavía a día de hoy, sigue pareciendo un sueño.